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sábado, 9 de junio de 2012



LA NIÑA DEL TARRO

Camila era una niña a la que le gustaba jugar en la puerta de su casa, como suelen hacer los niños en nuestra ciudad en barrios alejados. Con tan solo siete años de edad, le gustaban los duraznos en almíbar y siempre llevaba un tarro de ellos para comerlos, pero curiosamente ella los sacaba de la lata y los ponía en un tarro de cristal para llevarlos a todos lados.
Camila estaba jugando en su casa como otro día normal, sus padres habían salido a una fiesta y ella se quedó con su abuelita.
Esa desafortunada noche, un loco se había escapado del manicomio que quedaba cerca de la casa de Camila. Un grito fue que despertó a su  abuelita quien se había quedado dormida mirando la novela. La abuelita salió corriendo y vio a su nieta sentada de espaldas a la puerta de calle, con la ropita ensangrentada. El loco le había enterrado el tarro de cristal en la cabeza frágil de la niña, tanto fue la presión del dicho objeto que hizo que sus ojitos se salieran de sus orbitas.
La gente que estaba pasando por el lugar había visto lo que paso, como el loco se le acerco y le pidió jugar con ella, y al oír el rechazo de la niña este personaje la asesinó.
Los vecinos estaban muy horrorizados y la abuela con lágrimas en los ojos les reclamo porque no ayudaron a su nietita. En ese momento un silencio sepulcral se asentó en la atmósfera y fue interrumpido con unas palabras estremecedoras que salieron del cuerpo sin vida de la niña… “¿quieres jugar?”. Las personas corrieron despavoridas al oír dicha voz del más allá sin dar crédito a lo que ellos mismos habían escuchado.
Desde ese incidente ya han pasado muchos años, pero el alma de la niña aun no sabe que murió. Agarrada de su tarro camina por las calles donde las luces son tenues y se pone a jugar en las puertas de las casas… ten mucho cuidado si decides caminar de noche, porque si encuentras a una niña caminando sola y no puedes ver bien su rostro no podrás huir a la pregunta… “¿Quieres jugar?” y luego  te mostrará su tarro pero si te fijas bien no son duraznos en almíbar, son ojos de las personas que le han dicho “NO”.